El conflicto de diagnóstico y/o pronóstico es un termino que usamos en Biodescodificación y describe una situación que puede suceder cuando recibimos una noticia que viene dada por una persona dotada de autoridad, o de alguien de confianza a quien no se le puede cuestionar lo que dice. Dicha información puede ser acerca de un diagnóstico médico, generalmente asociado a enfermedades graves, y que social o familiarmente se consideran mortales, incurables o invalidantes. Otras veces la noticia puede venir por un pronostico acerca de la evolución de una enfermedad, o cualquier otro tema que implica nuestro futuro. El problema en estos casos no es la información que recibimos, sino la creencia predictiva que generamos al escucharla y que actúa como un pronóstico que contamina el futuro, aniquilando nuestra capacidad de tener esperanza o pensamientos positivos.
¿Y porque nos sucede esto? Pues porque desde siempre la sociedad, la familia, la educación o las religiones nos han hecho creer que los demás y sobre todo si son personas con altos cargos o con estudios, están por encima de nosotros. Cuando somos niños nuestros padres son los referentes, son la autoridad, y pensamos que ellos siempre tienen razón, que jamás podrían equivocarse, pues son los adultos, son los que saben. Si los padres no nos enseñan a pensar por nosotros mismos, a tener criterio propio y a cuestionar las cosas, de mayores seguimos haciendo lo mismo, trasladamos esa figura de autoridad a médicos, sacerdotes, profesores, abogados, terapeutas, videntes o gurús, y seguimos pensando que ellos no se pueden equivocar, que tienen la verdad absoluta, cuando en realidad solo son personas como nosotros que también pueden cometer errores.
Y así, por miedo a equivocarnos, por la falta de autoestima, por el miedo a lo que dirán los otros, a que nos juzguen o dejen de amarnos, entregamos nuestro poder a los demás. Nos convertimos en adultos que viven como si fueran niños, pidiendo el permiso a la autoridad y buscando la aprobación de papá. Esperando que la solución a nuestros problemas venga de fuera, nos desconectamos de nosotros mismos, y no nos responsabilizamos de nuestras vidas ni nos implicamos en nuestra sanación.
Muchas veces damos más credibilidad a los demás que a nuestro propio criterio, a pesar de que todos tenemos una sabiduría interna, nuestra propia verdad. Nadie mejor que uno mismo sabe lo que quiere o lo que realmente necesita, lo que le conviene o no, pero no siempre nos educan para confiar en nosotros y en la propia intuición, en esa “vocecilla” interna que viene del corazón y que nos hace personas libres y coherentes cuando tenemos la valentía de escucharla y de seguirla.
Por ello, en el caso de las enfermedades, al recibir un diagnóstico o pronóstico desalentador, podemos llegar a creer que eso es lo que sucederá y esta creencia además de poner una limitación en nuestro futuro añade un nuevo shock al ya existente y que causó la enfermedad de dicho diagnóstico.
Entonces, en el momento de recibir la mala noticia, o incluso posteriormente cuando buscamos el significado de la enfermedad en internet y leemos resultados alarmantes, automáticamente nuestro cerebro crea una una imagen mental y una creencia basada en la información previa que ya teníamos al respecto, y que viene dada por nuestras propias experiencias pasadas o las creencias familiares o culturales de la sociedad en la que vivimos. Todo lo que yo piense y sienta en ese instante se va a asociar a la imagen que se grabará en el cerebro actuando como un ancla.
Imagina que un médico me dice que tengo un cáncer de mama y yo al escuchar esto lo primero que me viene a la cabeza es la imagen de mi seno amputado. Esto produce un impacto en mí pues es algo que me genera un gran estrés por todo lo que se me despierta, el miedo a la enfermedad, a la muerte, al dolor, a la cirugía, a perder una parte de mi, a no sentirme atractiva como mujer, etc., y si a esto añadieramos, el recuerdo que yo tengo de ver a mi madre sufrir por que tuvo la misma enfermedad, en mí se instalará la idea de que ese cáncer va a hacer que yo pierda un pecho, igual que le sucedió a mi madre. Después, todo esto no tiene porqué pasar, quizá solo haya una probabilidad entre cien de que suceda, sin embargo, cualquier creencia limitante actúa como un freno para conseguir nuestros objetivos, en este caso podría ser un obstáculo en nuestra curación.
Otro ejemplo que nos puede servir para entender cómo actúan las creencias acerca del futuro, sería el caso de una persona que visita a un vidente y le predice que este año tendrá muchos problemas con el dinero. Como la persona lo cree porque se lo ha dicho alguien en quien tiene mucha fe, se predispone para que eso le suceda, se auto programa y empieza a proyectarse en esa realidad, focalizando en ella toda su energía e inconscientemente atrayendo hacia sí ese futuro. Y evidentemente ese año la economia le irá fatal porque al emitir esa vibración hacia el exterior lo que atraerá hacia ella serán sucesos y situaciones que le hagan gastar o perder dinero, confirmando así la profecía anunciada.
Y es que no debemos subestimar el poder de las creencias porque nos predisponen hacia ciertos comportamientos o situaciones, que creemos elegir libremente pero nada más lejos de la realidad, estamos totalmente condicionados por el subconsciente.
Lo bueno es que siempre se puede cambiar. Nadie sabe como evolucionará cada enfermedad, pues toda persona es única y el futuro no está escrito para nadie, el ejemplo lo vemos constantemente en personas que superan el cáncer y otras no, en idénticas circunstancias y con los mismos tratamientos.
Hay muchas formas de llegar a ese cambio, a veces con una toma de conciencia es suficiente y otras se requiere un trabajo terapéutico más profundo que nos ayude a transformar nuestra percepción de la enfermedad y la visión que tenemos sobre ella para que se convierta en un proceso de aprendizaje y crecimiento. Podemos instalar nuevos recursos emocionales que nos ayuden a vivir sin miedo, recuperando la confianza y la seguridad en nosotros mismos. Podemos tratar los momentos de shock tanto el de un diagnóstico como del conflicto que causó la propia enfermedad. Y sobre todo, podemos trasformar las creencias limitantes en otras que nos apoyen y sean útiles para nosotros, como empezar a creer que la reversibilidad de los síntomas puede suceder, al fin y al cabo todo son creencias, tanto la remisión como todo lo contrario, y pensar de forma positiva siempre ayuda mucho más ante cualquier tratamiento.
Así que, querido amigo, nunca entregues tu poder, nunca pierdas tu libertad, no dejes que nadie te haga creer que está por encima de ti aunque sepa más sobre alguna materia concreta porque tu también puedes leer, estudiar, informarte, pedir una segunda opinión, y sobre todo nunca pierdas la confianza en tu propio cuerpo, en su capacidad de sanación y en la sabiduría del espíritu que te guía, que es tu brújula y que habla a través de tu corazón.
Olga Lava Mares